Reseña: La entusiasta, de Gala de Meira
- Andrés Gómez Quevedo
- 25 mar 2022
- 3 Min. de lectura
«La entusiasta» de Gala de Meira es una novela narrada en primera persona —de un modo que parece autoficción por lo veraz que suena todo— el despertar a la adultez de una joven gallega después de sufrir una tragedia familiar que la marca.
Desde Galicia a Madrid, Barcelona y otros sitios de España, la joven se vuelve de pronto en una especie de grupi de bandas indie, asidua de clubes, consumidora de porros, alcoholes y otras sustancias, en pos de poner un parche en ciertas heridas.
La historia ofrece un paseo por los escenarios de lo que era España entre 2006 hasta antes de ayer, por llamar así al 2019. Narrada de forma agridulce, reflexiva y divertida a la vez, por momentos se siente como una serie televisiva con la voz en off de una chica que desde el presente nos cuenta de su pasado lleno de cabezazos, tropezones emocionales, complejos, iluminaciones, elevaciones, cuestionamientos y desafíos.
«Toda mi enseñanza se había sustentado en el estoicismo griego, en la conformidad. La vida tranquila era la vida feliz. La tragedia pertenecía al arte (...) Pero, ah, qué pasa cuando la tragedia golpea de tal manera que ya no eres capaz de encontrar el camino de vuelta a una contemplación madura...»
El personaje va evolucionando, en busca de su centro dentro de su contexto que parece tan descentrado, y a pesar de sus pasos, que no parecen conducirla a ningún sitio seguro.
Snob, hedonista, cosmopolita, melómana, etílica, cristalina y opaca, como un vidrio transparente sucio de droga y grasa de dedos, como un recuerdo perdido en la resaca, o el apagón de una amnesia por exceso de sustancias tóxicas, consumidas con un fin terapéutico, la protagonista nos va contando en pasado, con cierto aire melancólico, una década de su vida en la que transitó de jovencita a mujer, sumida en locuras poco católicas y amistades que rozaban lo superficial y lo profundo a la vez: «La frivolidad puede salvar vidas», para luego caer en la verdad: «(...) descubrí el efecto anestésico que tiene contar y escuchar. Compartir la tragedia desde el humor, el absurdo».
Y así lo hace, ajusta las cuentas con lo que recuerda y con lo que no recuerda, nos pone a pensar en todo eso que también fuimos, en ese por qué que nunca existió para cuestionar todo lo cuestionable, en esas norias de errores en las que muchos nos montamos hasta el mareo y la saturación, para luego crecer, y justo en el momento en que el pasado tiene la oportunidad de regresar, ¿han regresado las mismas personas?
Cómo bien dice Ainhoa Rebolledo en la descripción de la novela que aparece en la contraportada del libro: «Un ajuste de cuentas».
Para mí, que he vivido en una realidad bien distante a la que se cuenta aquí, no solo por ser varón, sino por vivir en otro país, ha sido una lectura entretenida que me ha dejado pensando en esos años en los que yo tenía la misma edad que la protagonista, y metí la pata hasta el fondo para coger impulso, y como ella, me he reencontrado con las caras del pasado, y mi yo de hoy, que es más burlesco, se cuestiona las cosas, responde a los por qués, analiza, y también se queda con las canciones de esa época, las que le marcan a uno.
Le doy: ⭐⭐⭐⭐⭐
🎧: La propia playlist del libro cuyo código QR aparece al final de la novela, enlace que les comparto también. Enlace de la playlist: https://open.spotify.com/playlist/1d3wvWZvtFxyqmCJyJHz6Y
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