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Reseña de Librogramer, "La Bailarina de Izu"

«La bailarina de Izu», relato breve de Yasunari Kawabata, está contado en primera persona, con un alto nivel de lirismo y melancolía, y hace un retrato impresionista del viaje emprendido por un joven estudiante en sus vacaciones, en los años 30 del siglo pasado, en el que conoce a una bailarina menor de edad de la cual queda prendado.


La adolescente es cuidada por una madre celosa y avispada que gusta de mantenerle la castidad, a pesar del trabajo al que se dedica su hija. El resto de la familia establece un repentino vínculo amistoso con el protagonista, y esto provoca sospecha en el lector, que se motiva a seguir con la historia a pesar de que, en verdad, no sucede casi nada.


Tiene un final insospechado, realista y abierto, por muy cerrado que parezca.


El narrador-protagonista es un tipo sensible, sensato y solitario que prefiere llorar desvergonzadamente a romper la intriga de las interacciones con el objeto de su deseo, que, se sabe, no le es posible.


Es un relato que habla sobre la forma en la que vivimos ciertos romances, lo cual me trae las palabras que alguien me dijo una vez: «A lo largo de mis años de matrimonio, no tienes idea de la cantidad de otros hombres que, en silencio y sin que ni ellos mismos se enteren, he deseado con fervor».


El joven que cuenta esta historia, intrigado por todo lo que no conoce de la bailarina, así como por lo que no puede experimentar con ella, la idolatra y eleva con profunda emoción. ¿Quién no se ha enamorado de alguien con quién no puede estar? Se sueña, se desea, se elucubra, se sufre.


«No pensaba en nada. Pero sentía que las lágrimas me devolvían la paz de espíritu», expresa en su viaje de regreso.


«Me parecía que toda mi cabeza se diluía en agua clara, que iba goteando lentamente dejando tras de sí la dulzura de una dicha incomparable», concluye con estas palabras el relato, y esta frase nos habla de gratitud, porque después de todo, siempre queda el sentimiento, y el sentimiento es la huella más auténtica del roce humano, ¿no es así?

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