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Biografía: Sionela Vivian Parilla Diaz


Volando van como aves mis deseos, mis anhelos, tan efímeros como la niebla, les parecen a algunos tan inciertos como la duda. Y a mí ¡qué decir de cómo me parecen a mí!

El que la vida sea tan corta, o por lo menos a mí me lo parezca, acelera mi deseo por querer vivir y saber de todo.

Quiero aborazarme de la vida, probar sus delicados deleites, teniendo cuidado claro de no llenarme de una vez, de un solo bocado. Probar de a poco, solo no tan lentamente como para que no me alcance la vida, hacerlo por consejo de una amiga: sin prisa, pero sin pausa.

He contado un sinfín de ocupaciones y servicios, profesiones y ministerios, que a lo largo de mis 42 años he desarrollado. La mayoría por convicción propia, algunos por necesidad, otros para cumplir requisitos y por qué no decirlo, también por obligación.

El primero de ellos ha sido escribir, me inicié desde el momento en que aprendí a hacerlo; tenía un pequeño diario de hojas azules en el que escribía diariamente y con el afán de que no se terminara el espacio tuve la brillante idea de bórralo todo pues estaba escrito con lápiz; así se fue todo registro de mis primeros escritos, que constituyeron mis primeras terapias para despresurizar la ansiedad que me generaba la separación de mis padres; la ruptura de mi pequeña familia.

En segundo lugar, la repostería fue de mis primeros oficios, a los 8 años empecé creando pequeños pastelillos en los convites que hacíamos para acomadrarnos “bautizando” a nuestros muñecos entre las primas; con ellas también comencé en el extenso mundo de las manualidades, llevamos un curso de elaboración de muñecos de peluche impartido por la abuela de una de ellas. Tejer, tocar el piano, ser ávida lectora y dar mis primeros pasos en el mundo del naturismo fue parte de la educación que me dieron mis abuelitos.

A los 14 años otra vez la repostería fue parte de mis días, ahora ya por necesidad. Me enfrenté al mundo real, iniciándome en el comercio informal vendiendo y elaborando gelatinas y postres para el puesto de mi mamá.

La preparatoria me dejó a la vez la carrera de técnico laboratorista clínico de la cual salí con mención honorífica pese al pronóstico de todos. Confirmando mi nivel de perfeccionismo de esa constante de querer encajar y agradar a los demás; ahí en la preparatoria participé en la creación de una empresa de folders decorados con estudio de mercado, logotipo, misión, visión y toda la cosa, me sirvió como experiencia empresarial y social.

Justo después de terminar la preparatoria trabajé un par de meses en un laboratorio para ejercer mi carrera y después decidí que era tiempo de casarme. Me inicié como esposa, posteriormente como madre, algo que considero mi mayor meta y aspiración cumplida como mujer, me resultaba increíble que de mí saliera una pequeña personita que se me pareciera. Fui doblemente bendecida, ahora sé que para sanarme y doblemente aprender de esas mis dos pequeñas y grandes criaturas a la vez. Con ellas desarrollé múltiples oficios y ocupaciones: psicóloga, enfermera, educadora, réferi, fotógrafa, costurera, porrista, chofer, etc., etc.

Continué mis estudios profesionales a nivel universitario por seguir agradando a terceras personas y cumplir el sueño que tuve para la prepa de estudiar técnico agrónomo. A golpes y sombrerazos terminé la ingeniería en producción animal. Antes de terminar tuve la oportunidad de hacerme de dos criaderos, uno de codornices y otro de lombrices. Que en su tiempo me dieron mucho de todo, experiencia, trabajo, remuneración económica, conocer personas, participar en eventos, satisfacciones, desengaños y más; de ahí mismo incluso saqué mi servicio social y trabajo tesis, asesorada por investigadores del prestigioso instituto de nutrición Salvador Zubiran, demostrándome y demostrando al mundo que lo que se quiere se puede.

En mi titulación di caviar, algo que me parecía excéntrico, que también escuchaba que era un alimento muy refinado, casi exclusivo de ciertas clases sociales, con ello celebré mi logro y la verdad no me gustó su sabor, quizá soy de paladar más popular.

Quise continuar agradando a los demás. Intenté quedar fallidamente en una maestría, de allí en adelante decidí que era el momento de quedar bien conmigo, tomar el control de mi vida haciendo aquello que realmente me gustara, generara placer y llenara, a mí y solo a mí.

Retomé la repostería por tercera ocasión de manera formal, con una preparación académica que me llevó más años de estudio incluso que mi carrera profesional universitaria; de ahí me desplegué en un sinfín de cursos y ocupaciones que mencionaré esperando no omitir ninguno:

- pintura acrílica sobre tela

- acuarela

- bordado

- pintura de falso vitral

- pintura de cuadros

- cartonería

- promotora de salud y esperanza

- colpoltora

- trofóloga

- chef basado en plantas

- Modista: confección de ropa de niña y dama

- fotografía

- panadería tradicional e integral

- tamales

- corte de cabello y peinados

- maquillaje

- manualidades creativas

- terapias alternativas naturistas

- conferencista

- instructora de cocina vegetariana y vegana

- vendedora de jugos, ensaladas y licuados

El poder realizar todo eso se lo debo a Dios pues gracias a él he tenido lo necesario para lograrlo y a mi esposo, que ha sido mi cómplice en la mayoría de éstas aventuras



BIBLIOGRAFIA:

En el taller de: “Mujer, escribir cambia tu vida” tuve la oportunidad de mostrar la luz y la obscuridad de mi propia vida, empuñando una pluma como arma y una libreta como escudo.

Desenvainé la espada del valor para pelear la guerra contra mí, contra mi conciencia, monstros, fobias, dolores del alma dando lugar al “color de mi vida” mi primer libro formal, seguido de introspecciones mentes diferentes en coautoría con 9 mujeres más.

Ahora mismo me encuentro trabajando en mi tercera obra, continuación de la segunda.

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