Artista: Willy Gómez Migliano
- ranieri7207
- 11 abr 2022
- 4 Min. de lectura
Este artículo nace de la entrevista que Yohei Moriya Mikawa le realiza a Willy Gómez Migliano.
Las conclusiones y anécdotas y reflexiones que he sacado de ella se verán aquí plasmadas haciéndome a una idea del gran poeta.
El autor fue publicado por editorial Hipocampo. Su segundo poemario nos muestra cambios de imágenes un desorden, hay como un vagabundeo. Algo que sucede a medida vamos dejando la adolescencia.
Con el pasar del tiempo utiliza lo mitológico con el día a día. Lo cual me parece fantástico.
Se rodea de grandes y de ellos aprende técnica, musicalidad entre otras cosas. Nos habla de la ambigüedad del significado. Cito textual “No hay nada más hermoso y tormentoso que escribir poemas”. Yo, como poeta, lo entiendo terriblemente. Uno entra en un plano donde el placer y el dolor son las dos cosas que nos accionan en eso que él más adelante dirá es lo misterioso de escribir poemas.
Tuvo contacto con Dalmasio Hinostroza, le lee un poema a los 18 años y le agrada, mucho más que el verbo agradar. Un libro de 200 páginas que tiene inédito, contiene dos poemas del poemario que dice hacer llamado Breve eternidad de Raimundo Novák
Allí dedica dos poemas a sus padres y nos lee el de su madre. Afirma que Raimundo no es otro que él mismo. En este poemario hay destrucción, confusión y ruina. Porque se trastocan los sentidos, un poco como decía Rimbaud que había que hacer.
Nos dice el autor en esta parte: “Solo los que estamos heridos escribimos”. Puedo decir que es cierto, me pregunto qué persona puede no estar herida y dejar el pasado atrás. Este poemario es como dicen de un hombre que no avanza sino que retrocede, vislumbra su no existencia. Algo parecido me pasó cuando yo escribí La voz de la muerte. Exploré lo que puede ser la no existencia desde mi introspección.
Según Yahei, en este poemario hay una bocanada de aire fresco en el abismo y una visión homérica. El poeta admite ser tan nervioso y conspiracional como su personaje.
El libro lo termina en Chiloé, isla que frecuenta para estar en soledad y escribir. Entra en juego el contacto con la naturaleza.
Dice que lo que escribe a veces es como un monstruo, pero él es humano. No siempre sabe lo que escribe y menos la mirada de la otredad.
Le gustan sus contradicciones y el caos interno, como hablamos en un episodio del podcast Mordida Literaria.
Nos dice que Vallejo nos dio la oportunidad de seguir escribiendo y hacer lenguaje y hasta contralenguaje.
El leguaje de los otros es para él como un alimento, como sucede con muchos artistas. Escuchar en un ómnibus una conversación puede enseñarnos mucho. ¡Por eso no viajen con auriculares!
Luego se toca el tema de su poemario Construcción Civil. Al conocer parte del Amazonas y tribus entiende la importancia de contar algo e interrumpir el diálogo.
Escribió este libro a través de su abuela fallecida que sentía como una presencia. Tiene estrategia verbal y lúdica, como en todo lo que emprende en sus poemas.
Habla de que la poesía es como llevar la piedra de Sísifo cada vez cargando más y más alto la piedra, sintiendo cada vez más su peso, y eso es un poco el arte de crear y lo que pueda pasar. No podemos ser inocentes a la hora de escribir poemas.
Sus poemas tienen puertas de emergencia para escapar.
Consultado por su estilo, dice que “el estilo es un proceso”. Yo sin duda estoy de acuerdo, uno va evolucionando su propio estilo a medida escribe y experimenta la vida y el conocimiento.
Él busca transformar su propio decir y el de los demás.
También comenta acerca de la guerra y la paz y que los países latinoamericanos son sangrientos, que no se puede olvidar la historia, y algunos lo siguen siendo. Pero los monstruos que creamos los destruimos.
Acerca del siguiente libro Pintura roja, es crear un museo de la pintura antigua y contemporánea. “El poema es una pintura que se va despintando”. Y ambos concluyen que el arte es de todos y de nadie. Busca la comprensión de la naturaleza humana. Afirma vivir entregado a la poesía.
Luego tenemos Lírico Puro. Que dice que de lírico y puro no tiene nada. Escribe este poemario a través de la nostalgia de sus hijos chiquitos y su propia niñez. Busca en los objetos que no parecen tener nada de útil, hacerlos partes del juego, entre poesía y realidad. En este poemario fue influenciado por Rubén Darío. Le chocó que un tiempo después de hablar de las creaciones de estos objetos, sale la noticia de unas personas asesinadas en una fábrica clandestina.
Por último está Manantiales. Una gran amiga creyó que sería místico, pero al parecer no lo es. Utiliza como temáticas por ejemplo la ciudad de Cuzco. Es un renacer para él y lo escribe desde 2018 hasta 2020. Al vivir en la parte Andina por un tiempo de Perú, intenta dar su voz sin considerarse del todo en uno de ellos. Da su mirada.
Se sabe que da talleres de escritura creativa y asesoramiento a escritores.
Como reflexión final concluyo que su obra literaria es un juego, un misterio, un intento de apoderarse de las voces de los pueblos y a la vez de aquello que no puede ser pronunciado. Quedamos con ganas de leer sus libros.
Sobre el entrevistador: Abogado Peruano-Japonés por la Universidad Nacional de Trujillo, con maestría en derecho por Universidad Clemson. Se desempeñó como docente de Gestiones Judiciales en Universidad Austral, Argentina y Argumentación Jurídica en Universidad San Francisco de Quito. En la actualidad es crítico literario, corrector de textos. Además ha sido el Director de Fundación Biblioteca Virtual El Último Bastión y el Fundador de la Cátedra Internacional Antonio Cillóniz De La Guerra. Ha brindado conferencias en foros de América Latina sobre temas políticos, filosóficos, históricos, literarios y poéticos. Además es parte del equipo de trabajo de Movimiento Cultural Internacional Ergo y entrevistador del mismo.

Enlaces a la entrevista: Facebook: https://www.facebook.com/yohei.moriyamiyakawa1/ Youtube: https://www.youtube.com/channel/UCSyKlro3a8ba5oP9uJ0dTVw/videos
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