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MEMORIAS EVOCABLES (comentario). (Leopoldo de Trazegnies Granda. Sevilla, 22/05/2022)

Yohei Moriya no suele poner signos de puntuación a sus versos, prefiere dejarlos correr como los ríos bravíos de la Sierra, sin cercas ni barreras que los retengan. Sus versos corren líquidos, a veces con estrépito, y otras remansándose en serenas lagunas del espíritu.


“Arduo me resulta ahora tocar tu mano

y tus muslos…”


Su perplejidad ante el mundo le hace evocar lo inmarcesible, lo eterno, lo impenetrable: el amor, el placer, el deseo, la angustia, la decepción, la esperanza... se acerca con el pensamiento a lo que sus manos no pueden ya acariciar.

La poesía de Yohei desprende un halo de misterio, sin embargo posee clarividencia para captar de un solo trazo la respuesta, como en su poema “Lucidez atroz”:


“He rescatado arte en tus ojos”


Demuestra un gusto por la palabra en sí misma, despojada de sentido, como si el verbo en sí pudiera desentrañar el misterio que lo sobrecoge. En esta actitud se acerca a la sensibilidad de Tristán Tzara, Boris Vian o Marcel Duchamp, cultivadores dadaístas de las palabras como diamantes en bruto, enunciándolas en cadenas que no necesitan de la lógica para exponer sus sentimientos como en “Vigoroso sosegado”:


“En socavón ondulaba quizás

más y más

las prestaciones del pensamiento

El leño lactante bebe y bebe”


A pesar de ser una poesía intimista no está exenta de preocupación política, como en “Concepción materialista de la historia” donde se rebela contra la injusticia social.

Esperemos que tras este, supongo primer poemario, vengan muchos más donde Yohei despliegue todo el espíritu poético que nos ha mostrado.

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