Del poemario “Mascarada para un hombre que nació horadado”, Yohei M.

Mascarada para un hombre que nació horadado Aquella tarde de otoño decidí escribir mis primeros versos. Tenía once años recuerdo ese día nítidamente como los días de sarampión pero sin círculos rojos en el pecho Aquella tarde de otoño había repaso de matemáticas y Almudena fue a clase con el rostro iluminado le colgaban jabas cosecheras de lúcuma y chirimoya de los lóbulos y yo me acerqué discretamente para ver si su cabello también emitía olor a fruta En el cole no te instruyen a amar y menos a alguien que posee tu mismo lenguaje / que se tropieza al igual que tú sobre el mármol recién pulido y creces con una sensación de vértigo un mareo característico de haber jugado gallinita ciega y estar completamente atarantado orugas metamorfoseándose en mariposas monarcas que juegan matagente esperando que averigües / que interpretes por ti solo Le robé un beso porque a Almudena le gustaba aquella tarde de otoño y eso me hacía el jovencito más guapo del mundo mundial ( y quién no anhela que se introduzcan al vientre de un oso de anteojos por su belleza ) años después pensé que quizás/ seguramente/ muy probablemente yo no quería ser el joven más guapo del mundo mundial yo solo quería continuar besándola en los labios.