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Difundiendo, Maximiliano Ranieri

Por una razón que no diré, uno de mis seudónimos es: Puñal de hueso. Así que envié una sinopsis de mis poemas a la convocatoria de Editorial Sentinel, que se puede encontrar en nuestro sitio. Me dejé llevar, y creo que salió un especie de poema en prosa. Llamo a esta sinopsis poética: Puñal Hablando. Sin más, abajo la pueden leer. Compartiendo un poco de mi literatura.


Sinopsis: Mi poesías divagan entre el amor obtenido y perdido, el misticismo detrás de la existencia, aquello que se escapa a nuestros sentidos, una voz que defiende el bienestar de la humanidad, sentimientos muy profundos y abisales soterrados dentro mío que saco a relucir; rebusco en mi oscuridad y saco diamantes. Controlo mis monstruos, y hablo de ellos. Muero y renazco. Si es desamor pido mi corazón de vuelta. Si es disfrutar una plaza, escucho las risas de los niños. Si entiendo una estrella, no dejo que explote. Si es la muerte, no le pido clemencia. Si es la vida, festejo el instante. Si es el pasado, lo testimonio. Si son influencias, dialogo con ellas.

Una danza mortal entre los opuestos, inmortal entre las dualidades. Pero a veces hay tres fuerzas haciendo latir el corazón, el golpeteo mortal del corazón contra el corazón, el canto en llanto de la lucha en el golpe. El tambor de la vida creándose, en esa explosión gigantesca. Atestiguando esas cosas universales; iluminaciones, poemas en prosa de disfrute y tristeza. Poemas en verso. Preguntas al tiempo, conexiones astrales. Un amor por todo y todos. Un volar más allá de lo terrenal para elevar el espíritu a otro plano, si es que se logra conectar con cosas que a veces no entendemos. Pero yo me sumerjo abisal, soy un instrumento sonoro, una armónica triste, un ron alegre, una armónica alegre, un ron triste, despierto vislumbrando en mi interior todos los estados del ser. Naciendo y naciendo, cambiando y mutando. Hablando con los muertos, y con los vivos. No dejando nada al azar, los versos tienen todos un por qué. Me esperan barcos negros, pero también blancos. No voy hacia la muerte, pero no le temo. Le hago odas y elegías; al amor lo bautizo. Lo busco, lo pierdo, lo reencuentro. En ese vaivén es el vaivén de las palabras, aquellas que dicen viento sin decir viento, y sobre el silencio me ocupo poco, pues mucho se ha dicho y usado el silencio. Y yo no soy Rimbaud que a los 18 años dijo todo lo que tenía que decir. Hay mucho por decirse aún, sobre todo las voces femeninas. Mi respeto a las mujeres, las reinas que el mismo autor mencionado vislumbró. Un mundo rosa, de reinas (despiertas) azules y reyes violetas. Los colores no tienen género, porque las cosas cambian de percepción. Un mundo oscuro, del cual se sale. Abismo y altura. Vuelo e imaginación. Caída y golpe, puñal y despertar. Cortar la frontera entre lo profundo y lo superficial. Querer el celular, pero como herramienta y colectividad, no porque sea el mejor. Social y esotérico. Esotérico y palpable. Palpable y cotidiano. Cotidiano y cósmico. Cósmico y las hormigas. Las hormigas y las polillas.

En mis versos las polillas leen el diario, la luna busca vernos, los seres amados tienen nombres complejos que reducen lo simple de lo que son en qué son especiales. Locura y el intento de volver a la cordura, si es que eso es posible. Un poco de todo, y también de nada.

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